Uno no puede ni empezar a imaginarse lo que sucedió un 10 de abril hace 200 años (1815) en la isla indonesia de Sumbawa: El volcán Tambora explotó y lanzó toda la masa de piedra de su cono, unos 1200 m, en el aire. Al final, sólo quedó la base de la montaña que está adornada desde entonces con una impresionante caldera. Inmensas cantidades de material fueron esparcidas por la isla, se hundieron en el mar, o quedaron flotando en el aire en forma de un fino polvo y se repartieron por la atmósfera alrededor del globo.
Este evento es la mayor erupción volcánica que se recuerda. No obstante, debido al estudio de los sedimentos y los rastros de los tsunamis, se sabe que en los milenios anteriores tuvieron lugar explosiones aún más grandes.
Y el efecto de la catástrofe no terminó cuando la montaña dejó de expulsar fuego. El año después, 1816, se conoció como „el año sin verano“: El polvo que flotaba en el aire se había distribuido para entonces por todo el globo, e impedía, sobre todo en el norte del planeta, la entrada de los rayos del sol. Las temperaturas bajaron unos grados más de lo habitual, y al frío se unió la humedad.
En Europa Central tuvo lugar una terrible hambruna, y está documentado históricamente que las personas intentaban cocinar sopa de hierba, o hornear pan a partir de corteza de árbol. En la península ibérica, por el contrario, se produjo la peor sequía en 500 años. La situación se vio agravada por el hecho de que la guerra contra Napoleón acababa de terminar, y los almacenes de alimentos estaban agotados.
Más al este, en la India, el Monzón no tuvo lugar, hubo malas cosechas y, más tarde, inundaciones que los historiadores consideran causa de la epidemia de cólera del 1817. En China las cosechas fueron igualmente malas.
También en Norteamérica los alimentos eran escasos y caros. Cuando, a pesar de ello, el congreso de los diputados se permitió una subida de sueldo, tuvieron lugar disturbios que hicieron cambiar el rumbo de las cercanas elecciones, donde casi tres cuartos de los candidatos no resultaron reelegidos.
El evento es debido a las altas temperaturas en el interior de la tierra. Allí se genera permanentemente calor, sobre todo mediante la desintegración radiactiva de los elementos. Las temperaturas y la presión son tan altas, que todo tipo de piedra se convierte en líquido.
Una pequeñísima cantidad de esta energía sube hasta la superficie de la corteza terrestre, por ejemplo en forma de volcanes o fuentes termales.
La mayoría del movimiento dentro de la tierra se debe a constantes subidas y descensos de flujos de roca que, a su vez, mueven las placas continentales y las desgastan. En las zonas donde estas placas se alejan unas de otras surgen volcanes, que es un fenómeno muy numeroso en el archipiélago indonesio.
En otros lugares, las placas se sumergen unas debajo de otras, y son enviadas de nuevo al horno del interior. En esas zonas existe peligro de terremotos. Las placas del Pacífico, por ejemplo, se hunden bajo Chile o California.
La erupción del Tambora tuvo también su representación en el arte. Poco después, el pintor paisajista inglés William Turner creó sus famosos amaneceres con un cielo espectacular. La razón es el reflejo de la luz del sol en las micropartículas procedentes del volcán.
(04.04.2015)