(Abril 2013) El detalle en la entrada ya dice mucho sobre el habitante de esta casa y su sentido de la organización para la que trabaja: la protección de la puerta de entrada es una placa de cristal con una cruz cristiana, pero colocada de forma que su sombra se proyecte sobre la pared vertical. En la pequeña localidad de Dražovce, cerca de Nitra, en Eslovaquia, el arquitecto Sebastian Nagy el párroco local han ideado una casa que no se corresponde en muchos aspectos con la forma en que la iglesia se presenta en otros lugares.
El edificio no es en absoluto representativo, sino que resulta más bien modesto y parece esconderse en el jardín de la parroquia. A su lado se alza la torre de la iglesia.
Los muros exteriores son de un material común pero duradero: se trata de piedra de cantería, tal y como se encuentra también en las antiguas granjas de la zona.
Y estos muros de ninguna manera aíslan de la comunidad al habitante de la casa, al contrario, en uno de sus lados se doblan casi hasta tocar el suelo, como si quisieran inclinarse frente a los pasantes o invitarlos a reclinarse en el muro y conversar con el párroco.
„Otio“ es el nombre que han dado a la casa tanto los arquitectos como su usuario, haciendo referencia a la palabra latina „Otium“, que da origen a „ocio“, una forma de recordar que la casa es un lugar dedicado a la contemplación.
Durante el desarrollo del proyecto, „surgió una simpatía mutua que dio lugar a una colaboración creativa entre los jóvenes arquitectos y el cura vanguardista“, según se indica en un comunicado de prensa. Y sigue: „El mundo está en continuo progreso y la iglesia también. Su tradición de patrocinar obras artísticas y arquitectónicas está renaciendo“.
Los textos fueron escritos mucho antes de que el nuevo Papa entrase en escena.
Fotos: Pat’o Safko