Cuando se llega con tren de larga distancia a una gran ciudad, las primeras impresiones suelen ser decepcionantes: el tren pasa junto a patios traseros, donde se acumulan los cubos de basura, o por delante de fachadas decadentes que están perdiendo el color. La ciudad belga de Lovaina, por el contrario, ofrece una imagen muy distinta a los viajeros de vienen desde Lieja. Los últimos 500 m antes de la estación presentan, a un lado de las vías, cinco modernos edificios de oficinas. Las fachadas están recubiertas con piedra natural de llamativos colores, por orden de llegada: amarillento, negro, verdoso, blanco y, por último, rojo.
Explicamos enseguida el porqué: la secuencia de colores fue elegida para lograr variedad y contraste en la decoración, tal y como se haría en la hilera de casas de una calle. Sólo el rojo tiene una razón más profunda, ya que en el edificio más cercano a la estación se encuentran algunas oficinas de las autoridades locales, que quieren llamar la atención mediante ese color.
Otros entienden el color rojo como una suave referencia al Partie Socialiste que gobierna la ciudad desde hace años.
El complejo de cinco edificios de oficinas fue encargado por el banco KBC al equipo de arquitectos Crepain binst Architecture, en cooperación con ARCHI+I, para dar una cara más agradable al espacio casi abandonado entre la estación y el edificio que alberga el gobierno provincial de Flandes-Brabante.
Se utilizó piedra natural por expreso deseo del cliente. Los arquitectos propusieron piedra caliza, pero el banco prefería el granito. Los arquitectos sí consiguieron imponer su idea de que la piedra no fuera pulida, sino que presentase distintas superficies: trabajada con chorro de agua, cepillada, decapada con chorro de arena, flameada y abujardada.
Los tipos de piedra son: Yellow Gold, Cristal Black, Olive Green, Snow White y, finalmente, Imperial Red.
Otra característica especial del conjunto son las plantas bajas de cada edificio, que albergan el centro de atención a clientes del banco y, por esta razón, están planeadas de forma abierta y acogedora, con cristales. Se extienden a lo largo de toda la planta baja del complejo como una banda. Esto también es particular ya que, normalmente, el zócalo de un edificio suele ser siempre lo primero que se decora con piedra natural.
Junto con la zona verde, los arquitectos querían así crear una especie de paseo que uniera la estación con los distritos más alejados del centro,
Debajo de los edificios de oficinas se encuentran, distribuidos en 3 niveles, 750 plazas de garaje para coches. Parte de ellas sirven de parking público, las demás están reservadas para los trabajadores del banco. Justo en la estación, a ras de suelo, se encuentra un parking de bicicletas público con capacidad para 5000 bicis. Uno de los retos consistió en mantener separados los diversos flujos de circulación.
Fotos: Crepain binst Architecture